jueves, 19 de julio de 2012

La Bendición De Mariela

Mariela puede parecer a simple vista una simple profesora de literatura por las calles de Montevideo, pero es eso y muchas cosas más. Cuando se casó, en la iglesia el cura bendijo su matrimonio. Un día un señor pobre del barrio, con varios hijos, llamó a su puerta pidiendo algo y en ese momento no tenía nada para darle. Entonces le dijo espere un momento, fue adentro, puso su vestido de novia en una bolsa y se lo dio diciéndole, sé que esto no es lo que busca y que no le usará, pero tal vez usted sepa cómo hacer para obtener algo de este vestido. Yo sé que ese día desde la galaxia de enfrente… Dios en persona la bendijo a ella...

sábado, 24 de marzo de 2012

Fotógrafo

Photo… luz,
Grapho… escriba.
Fotógrafo... el que escribe con la luz.

Sombra de las cosas
me paro en mi horizonte y veo...
claridad,
anchura,
aire,
espacio acorralado,
audacia,
sol,
mas allá... otro horizonte aleteante,
detalles mínimos,
movimiento,
mar
gesto,
abismo,
abrazo,
tropa de nubes,
pezón erizado,
río monte y bandada.
La cadena del pozo,
reflejos,
huella encallada en la arena,
fugacidad y espejismo.

Eso es un fotógrafo...
unos ojos pensantes.

jueves, 22 de marzo de 2012

Botero

¿Qué tiras al agua? Pregunto el botero.
El amor al cuete que siento por la que ya no me quiere, le respondí sin pensarlo un instante.
El viejo miro como lo arrastraba el agua, estiro un remo y lo recogió.
Me lo quedo entonces mi amigo, yo no tenía ni eso.
¿Qué mas tiras al agua? Los recuerdos, los lindos y feos.
Todos los que la invoquen.
Ah! Este tesoro si no lo puedo despreciar, lo tomó y se lo guardó también.
Así seguimos. Yo tiraba y el viejo recogía.
Tiré canciones y poemas, caminatas por la playa besos en las esquinas, intimidades, impudicias, risas y desvelos.
Todo le servia al viejo.
Por fin me dejo en la orilla, y comenzó a alejarse con lo que más quería tener...
¡Viejo podrido! Le grité.
Sin dejar de remar, se dio vuelta sonriéndose con mi cara.

Esta noche

Escucho mi corazón (pobre obrero) cumpliendo su labor cotidiana, y me late que prefiero no creerle todo...
Trato de concentrarme en este mate que no me gusta tomar solo.
La verdad... hoy quiero tenerte aquí, frente al fuego, en esta contemplación primigenia.
Hoy quisiera escuchar nuestro silencio atravesando la lluvia, que insiste en el ventanal.
Esta noche te contaría esas cosas que se guardan para siempre.
Te daría un primer beso, y otro primer beso, hasta perder la cuenta de tantos y tantos primeros besos.
Seriamos dos modernos primitivos, latiendo entre el agua y el fuego, bajo la noche... entonces tibia.

Trabajo Celeste

Llovió otra vez y la gota cayó insistente sobre la piedra. Pasó la lluvia y la gota continuó su tap, tap, durante horas. Con interminable insistencia, con paciencia infinita, desde siempre, la gota caía en el mismo sitio con absoluta precisión, en un goteo que parecía no tener fin.
Meses, años, siglos, eras y eras de golpeteo constante, hasta la perforación.
Una mañana amaneció con un hueco como un ojo, y entonces comprendió...
hacia todo ese tiempo que el cielo quería que la piedra lo mirara.

Más de lo mismo

Esa utopía obvia, que pequeña cajita feliz que no estalla en luminaria, que no junta, que no encandila, ni entibia el alma. Esa utopía que no sirve de espejo por atender realidades. Utopía que no acerca horizontes, ideas ni corazones, que no amplia brevedades, que ahora está que ahora no... que no atiende ofrendas menesterosas.
Esa utopía que ha poblado el cementerio de imprescindibles, y ha empedrado el camino al infierno de buenas intenciones.
Que no se muestra crisol de sueños, como esa estrella en pleno campo.
Parece más de lo mismo...

Más de lo mismo

Una mano que no suelta pájaros, que no se enerva en el asta, que no acaricia, ni lleva flores. Esa mano que no aprieta confiada, que no se distrae en cabellos, que no saluda al vuelo, ni señala, ni acusa ni levanta copas, que no alcanza mates, ni porta buena nueva. Que no le rasga guitarras al silencio, que no aplaude, que no se festeja en goles, ni se crispa en la marcha. Mano que no consuela lagrimas y no se tienta ante el vidrio empañado. Esa mano que no escribe ni encallece...
Parece más de lo mismo.